vendredi 24 mars 2017

¡ Qué vivan las mentiras gozosas !

20 de marzo de 2017, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)





Pablo Wendel, Terracotta Warrior, 2006
Video color, 4 min 42 seg




Con el título alegre y aterrador "Make Truth Great Again", la galería Jousse presenta una exposición muy entretenida (hasta el 8 de abril) patrocinada por Martin Le Chevallier (que me había llamado la atención aquí), quien además de su propio trabajo reunió diferentes obras sobre falsas verdades, un concepto muy de moda en política, de Trump a Netanhayu, y que el arte presenta bajo diferentes formas por lo menos desde Boronali. Encontramos grados diferentes de mentiras que podemos tratar de clasificar aunque difícilmente; siempre o casi siempre se trata de introducir ficción en lo real pero de forma subrepticia para molestar y cuestionar. En resumen, se trata de rehabilitar la mentira, de hacer su elogio. La obra más desconcertante es quizás la película de John Smith, The Girl Chewing Gum, que se destaca más por la apropiación de la realidad y su transformación en ficción : frente a acontecimientos sin importancia de la calle, el realizador finge que los ordena, que dirige a los actores, como si fuera quien controla y no un testigo : "Puesto que esos misterios nos sobrepasan, finjamos ser el organizador" (Cocteau).




Gianni Motti, Entierro N°1, 1989
Fotografía color que documenta una acción
Cortesía galería Perrotin




Algunos giran alrededor de la "impersonificación", del hecho de apropiarse una identidad con el objetivo de interrogarse, provocar, molestar : como los falsos policías de Martin Le Chevallier, los falsos militares de Harald Fernagu, o el falso delegado de Indonesia en la ONU, de Gianni Motti. Este último lleva aún más lejos la frontera entre realidad y ficción al organizar su propio entierro en un pueblo español (pero sin las lloronas de Adrian Paci), al final de la ceremonia, se levanta del ataúd y se escapa perseguido por los fieles que creen que es un milagro. También tenemos los falsos falsos, como Philippe, de Fayçal Baghriche, un maniquí vestido como las estatuas vivas de la calle, con el que la gente se fotografía y a quien le dejan una moneda, pero en realidad es una estatua de verdad, doble decepción. Otro desplazamiento similar, la postal del falso castillo de Maison-Laffitte reconstruido en China y que Martin Le Chevallier mete en el presentador de postales del castillo verdadero. 




Agnès Geoffray, Libération (série Incidental Gestures), 2011
Fotografía retocada
22 x 34 cm
Edición de 3 + AP
Cortesía Agnès Geoffray




Como naturalmente la mentira es política y la política es mentira, hay toda una parte de la exposición que tiene que ver con la reescritura de la historia, ya sea a través de la conocida obra radiofónica de Orson Wells sobre la invasion de los marcianos, de la falsa explosión atómica de Ztohoven en República Checa, o de las portadas ficticias de periódicos de The Yes Men. Y hay que ver que Agnes Geoffray revisita, como de costumbre, los momentos en suspenso de la historia y viste a una rapada de la depuración para librarla de la justicia popular de los resistentes de última hora y devolverle así su dignidad perdida. En cambio, me parece que el "reenactment" se desprende de otra lógica y me sorprendió ver allí un corto extracto de la Batalla de Orgreave de Jeremy Deller, que vuelve a poner es escena los afrontamientos entre los mineros huelguistas del carbón con la policía en la época de Thatcher : no tiene nada de "mentira", es al contrario una obra de reconstitución, histórica y comprometida. 




Andrew Tider et Jeffe Greenspan, Prison Ship Martyrs’ Monument 2.0, 2015
Fotografía que documenta una acción



Intervenciones más radicales en la realidad, las de artistas que dan un paso hacia adelante e inscriben sus marcas en ella. Los Arabian street artists, que fueron empleados para que pintaran los decorados de la serie Homeland, escribieron en árabe "There is no homeland" para oponerse a su manera a la ideología neocolonial de la serie. Andrew Tider y Jeff Greenspan erigen un busto de Edward Snowden sobre una estela vacía en un parque en Nueva York dedicado a los muertos de la guerra de la independencia, siendo que está acusado de espionaje y de robo; así le confieren una imagen de contrahéroe revolucionario. Más sutil (arriba) es la representación de Pablo Wendel que se mete con disimulo entre los soldados de Xian (recordemos que todos tienen una cara diferente) vestido como ellos e 
inmóvil : hace falta cierto tiempo antes de que los guardias lo vean y mucho más tiempo para que decidan qué hacer, antes de llevárselo cual estatua inerte : más que una representación divertida pero arriesgada, veo una afirmación del individuo frente a una sociedad igualitarísta y normativa.




Vista exposición « MAKE TRUTH GREAT AGAIN ».
Una propuesta de Martin Le Chevallier
© Paul Nicoué





Más denso y menos alegre es el video Münster de Martin Le Chevallier, obra importante de la exposición después de todos esos aperitivos agradables. A través de dos observadores, uno narrador el otro cándido, explora el relato sobre la construcción de la caída brutal de una ideología teocrática radical, la de los Anabaptistas de Münster en 1534-35 : ¿ fue la dictadura de fanáticos iluminados y crueles o una utopía protocomunista ? ¿ fue una ilusión bienhechora o una malversación de bienes (y de mujeres) para provecho de los fanáticos (a partir de ahí polígamos) ? ¿ Fé o tiranía ? ¿ Cuál es la realidad histórica y cómo nos la podemos representar ? ¿ Cómo se construyen los mitos ? Todo esto se preguntan los dos lansquenetes de Münster, quienes, desde la pantalla de la izquierda miran la ciudad a lo lejos, de gris en la pantalla de la derecha, en la que aparecen los anabaptistas haciendo su profesión de fé. El video dura 48 densos minutos y uno se sorprende al querer leer el escenario para no perderse nada. Después de los cuestionamientos sobre la verdad de las dos primeras salas lo que ocupa el centro aquí es su construcción histórica. 



Fotos cortesía Galerie Jousse.




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