lundi 11 mai 2015

If I were a rich (African) man …

04 de mayo 2015, por Lunettes Rouges

 (original en francés, aquí) 




 Vista de la exposición


... coleccionaría arte contemporáneo africano (para ser preciso, sería coleccionista de arte africano), compraría obras (a veces secundarias) de artistas reconocidos y algunas obras de artistas jóvenes y a buen precio, me haría aconsejar por un curador y un artista africanos famosos, daría muchas entrevistas sobre mi colección hablando más bien de política, de civilización, de respeto por Africa en lugar de hablar de mis obras, pero me cuidaría de comprar obras demasiado radicales (podría chocar al suegro), montaría una súper campaña de relaciones públicas (que me procurara elogiosos artículos), refutaría lo más elegantemente posible las acusaciones sobre la mala adquisición de mi fortuna y minimizaría las reacciones negativas que de ello resultasen, además mostraría mi colección en los lugares más prestigiosos a los que tuviera acceso, primero Venecia y ahora (incluso si es menos prestigioso -pero menos arriesgado- que Venecia) el Palacio de Cristal de Oporto (hasta el 17 de mayo).





Abdoulaye Konaté, La iniciación, 2004 & Kendell Geers, Twilight of idols 2, 2009



Si se imagina que va a ver una versión actualizada, diez años después, de Africa Remix (cuyo comisario trabaja ahora para el señor Sindika* Dokolo), no se desplace, mejor vaya a la playa o a catar vinos del Douro. Aunque el argumento es bastante similar (abrirle un lugar al arte africano), la muestra es mucho más limitada, y a la exposición le hacen mucha falta obras emblemáticas. ¿ Una muestra limitada ? Hay 38 artistas; otros nueve están en cartelera, pero en todo caso el día que fui no había ninguna obra de ellos : es una lástima, pues entre los ausentes había algunos "pesos pesados" como Mounir FatmiMinnette VariTracey Rose Zoulikha Bouabdellah.  Entre los 38 artistas, hay 15 sudafricanos y 6 angoleños, dos nacionalidades que representan más o menos 55% de las obras presentadas. Nos encantó ver a David Goldblatt, Santu Mofokeng, William Kentridge, Marlene Dumas, Kendell Geers por un lado y a Delio Jasse y Edson Chagas por el otro; sólo un tunecino, una egipcia, ni marroquí ni argelino, lo que nos restringe al sur del Sahara. Los demás países representados por uno o dos artistas máximo, son Mali (Seydou Keita, naturalmente), Kenya, Nigeria, Camerún (sin Barthélémy Toguo ni Pascale Marthine Tayou pero con las impersonificaciones fotográficas de Samuel Fosso y una cortina real de perlas de Billi Bijocka, posiblemente menos ásperos), Zimbabwe y Madagascar (con la excelente pared negra de Joel Andrianomearisoa) : insuficiente, no, incluso sin pretenderlo, ¿ un cuadro exhaustivo hubiera sido ridículo ? Y alguien que no es experto de arte africano como yo, está pensando ya en diez o veinte nombres que extrañó por su ausencia. 



Kara Walker, This, the first state after deployment, 2008, papel cortado, 10.8x24.1x14cm



Pero bueno, crítico gruñón¿ Son bellas las obras ¿ Te agarraron la garganta ?
¿ Descubriste cosas hermosas ? La respuesta es algo así como, más o menos. Ni los « fuck you » de Kendell Geers que tanto se han visto , ni el autoerotismo bordado de Ghada Amer, ni las obras fuertes, valiosas, pero demasiado previsibles de Yinka Shonibare, ni las estatuas vudú de Nick Cave (arriba), me agarraron de verdad. Entre los artistas más conocidos me gustaron las figuritas de Kara Walker, livianas y fragiles, juego de sombras conmovedor y violento; también la mano bicolor de Berni Searle; me gustó que artistas menos conocidos hayan tenido la oportunidad rara de hacer respirar sus obras, como la pared en la que Abdoulaye Konaté muestra sus totems-tarots (que ya habían mostrado en Africa Remix).




Michele Mathison, Knife Fight, 2012, 110x110x50cm


Pocos descubrimientos que sobresalgan : en el primer piso (globalmente de mejor calidad que el piso bajo), una escultura de machetes de Michele Mathison, a la vez radical y formal, impresionante, y cuatro sillas embrujadas de la pareja germano-keniana Ingrid Mwangi/Robert Hutter. Al final, a pesar de todo uno no sale tan decepcionado.


* Todo juego de palabras con el nombre de ese señor sería, naturalmente, inapropiado, y yo no lo haré.

Fotos del autor.

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