mercredi 22 juillet 2015

Arles 4 : la mejor exposición, y la peor

17 de julio de 2015, por Lunettes Rouges

  
(artículo original en francés, aquí)




Martin Gusinde, Ulen, el bufón masculino, divirtiendo a los espectadores del Hain (selk'nam)



Dos extremos : para mí, la mejor exposición de los Encuentros es indudablemente la de las fotografías de Martin Gusinde sobre los pueblos de la Tierra del Fuego (hasta el 30 de agosto). Sacerdote alemán que estuvo allí cuatro veces (cada vez entre tres y seis meses, durante el verano) entre 1918 y 1924 en donde realizó una obra etnográfica en el campo, que publicará después, sobre las costumbres de tres pueblos amerindios (Selk'nam, Yamana et Kawesqar), y principalmente sobre su estructura genealógica y sus ritos de iniciación. Se volverá muy allegado con dos de esos pueblos y será iniciado también. En el momento en que esos pueblos son diezmados por la colonización y la enfermedad y en peligro de extinción, Gusinde escucha, graba, estudia y da testimonio. De las 1200 fotos conservadas en este instituto (que tiene el copyright) aquí hay 200 más o menos. Después de Arles la exposición irá a su lugar de origen, Argentina y Chile.




Martin Gusinde, solicitante para la ceremonia de inciación yamana, el Ciéxaus, 1920, detalle




¿ Porqué es una exposición excelente ? Por tres razones. Primero por su autor : no es un antropólogo-funcionario (como por ejemplo fue el caso en las colonias francesas), y aunque sacerdote no es evangelizador. Es testigo, humilde y empático, respetuoso y curioso; uno de los pueblos lo llama "cazador de sombras". Pide que lo inicien (y fue uno de los primeros antropólogos que lo hizo), a pesar de las pruebas físicas bastante difíciles, y podemos suponer, algunas dudas religiosas sobre la compatibilidad entre esos ritos y su fé. Formado a la antropometría, comenzó a medir cráneos y esqueletos, en la gran tradición de entonces de comparación de razas; pero, si después se interesa más por los hombres que por sus medidas, el interés por la antropometría explica sin duda parcialmente su protocolo fotográfico, siempre frontal y estricto. Cuenta una anécdota que su interés por los otros pueblos le nació de un espectáculo de zoos humanos de su infancia en Breslau.





Martin Gusinde, El espíritu Yincihaua y su máscara fálica (Kawesqar)



Él mismo escribió sobre su trabajo : "Intenté deshacerme del pensamiento europeo, de los valores de la modernidad y de todo sentimiento, con el fin de captar, de comprender un universo conceptual peculiar y singular".
Creyendo al principio que iba al encuentro del "buen salvaje", lo horrorizan los sufrimientos de esos pueblos y su exterminación, y denuncia con vehemencia el genocidio de los Selk'nam.





Martin Gusinde, El chamán selk'nam Ventura Tenenesk, quien condujo la ceremonia del Hain en 1923



A causa de los pueblos estudiados, de sus ritos y de sus mitos. Sus pinturas faciales y corporales muestran su linaje o estatuto. Sus trajes son pieles de guanaco que apenas cortan y que llevan todavía las marcas de las patas o de la cabeza, las llevan de forma casi casual dejando a menudo un hombro descubierto, y Gusinde muestra su elegancia.





Martin Gusinde, Elek, Angela Loij et Imshuta  durante la parada Kewanix, en honor de Tanu (Selk'nam)




El mito original Selk'nam es fascinante y, me parece, bastante único : en otra época las mujeres dominaban el mundo y los hombres eran sus esclavos, aterrorizados por espíritus que los perseguían si no obedecían; hasta que un día un hombre descubrió por casualidad que los espíritus terríficos y crueles eran en realidad mujeres disfrazadas : entonces los hombres se revelaron, masacraron a todas las mujeres adultas, tomaron el poder y desde entonces aterrorizan a las mujeres de la misma manera, disfrazándose de espíritus vengativos (ver texto de Anne Chapman en el catálogo, muy resumido aquí). Si hubo otras sociedades matriarcales, en mi modesto conocimiento de las mitologías no tengo el recuerdo de otro pueblo en el cual tal cambio de situación sea el mito fundador.





Martin Gusinde, Koshménik (selk'nam), sus pinturas evocan los cielos (territorios y linajes a los que pertenecen)




Pero subsisten algunas reminiscencias del matriarcado que ridiculizan el modelo masculino dominante : así, el espíritu femenino Kulan es poliandrio y libre. Sus maridos cornudos, los Koshménik (aquí arriba), son burlados, vencidos por el poder sexual de la mujer. Los ritos son a menudo ritos de iniciación, del paso a la edad adulta, y Gusinde documenta la iniciación de dos jóvenes en 1923 durante el rito del Hain. Son también fiestas alegres para todos, danzas para la fertilidad, el sol o la clemencia del tiempo (aquí abajo).





Martin Gusinde, Danse des hommes selk'nam pour chasser la tempête et ramener le soleil




En fin, a causa de la calidad de las fotografías, en las cuales muchos retratos de hombres como de mujeres visiblemente confiados, tranquilos, dignos, serios y severos; ví la ilustración de lo que la historiadora israelí Ariella Azoulay denominó contrato civil de la fotografía, un contrato entre fotógrafo y fotografiado, en el cual el uno no domina al otro, como demasiado a menudo (en particular ciertos etnógrafos occidentales o asimilados, incluso él, y con mayor razón en su país), y en donde el respeto y el intercambio son recíprocos. Aunque las fotos de Gusinde evoquen las de Curtis, su enfoque es muy diferente del de la película de Curtis, cuento romántico que presentaron una noche en el teatro Antiguo con música de Rodolphe Burger. Esos amerindios nos regalan algo (tanto al fotógrafo como al que mira) que no les estamos robando (foto ladrona de almas). Gusinde no se interesa por los objetos, los utensilios o los artefactos : lo que cuenta para él son los hombres y las mujeres, una antropología más humanista que material. Fotografía los ritos no como espectáculos, folclor o pintoresco, sino como una manifestación enigmática de esos pueblos, de sus mitos, y de su intento por mantenerlos contra viento y marea. Podemos decir que nos hallamos ante una puesta en escena, teatro inmóvil, realidad a veces original y a veces actuada por el etnógrafo fotógrafo. Poca expresión de sentimientos (una mujer que ríe al rocear con agua helada una ronda de hombres desnudos durante una danza fálica), y dignidad constante.






Martin Gusinde, Juego para asustar a las mujeres (Yamana)  --------- Games to frighten the women. Yamana, 1919-1924. Courtesy of Martin Gusinde/Anthropos Institut/Éditions Xavier Barral





Incluso este niño que luce una especie de prótesis insignificante de palos que le salen de la nariz y la boca (según la leyenda su objetivo es asustar a las mujeres) es de una imperturbable seriedad. 





Martin Gusinde, Jóvenes iniciados "victimas" de Halahâches, el espíritu del inframundo, simulando la muerte (selk'nam)



Para Gusinde es importante nombrar a cada uno de los retratados indicando sus lazos de filiación, también respeta las reglas del juego del ritual al no dar los verdaderos nombres de los que llevan máscaras sino únicamente el del personaje, sin poner de manifiesto nada secreto, conservando los mitos : así, los hombres desnudos en la nieve han muerto en el mito y poco importa que sea verdad o no.





Martin Gusinde, Glaciar de la cordillera Darwin, canal Beagle (territorio Yamana)



Gusinde fotografía poco el paisaje (salvo las chozas de iniciación), y cuando lo hace, sus fotografías son muy bien compuestas, puras, como esta vista del Canal de Beagle en donde el glaciar cae directamente al mar.





Martin Gusinde, Hariette (Yamana)




Y también, razón suprema, porque esos pueblos desconocidos, rechazados, despreciados, encuentran así su lugar en el concierto mundial. Aunque aquí no escuchemos su voz (no hay escritos y solamente una grabación musical), están presentes y los 'estamos escuchando' a través de esas fotografías : encantamiento extraño. Destaca el catálogo editado por Xavier Barral (que además es el iniciador y co-comisario de la exposición junto a Christine Barthe del Quai Branly) en el cual, entre otros, el texto de Anne Chapman que mencioné más arriba.





Paolo Woods, Gabriele Galimberti, paraísos fiscales, vista de la expo




Y ¿ cuál es entonces la peor exposición, cronista entusiasta ? Qué práctica, está justo al lado, en el mismo Palacio de l'Archevêché, pues se trata de la de los paraísos fiscales de Paolo Woods y Gabriele Galimberti. Así es, pero todo el mundo concuerda para encontrarla apasionante, ¡ "todos los que cruzamos le dieron el visto bueno" ! No me gustó, ni por el fondo ni por la forma. En el fondo, el argumento se resume a : "pues como el año pasado denunciamos el calentamiento climático, el año que viene haremos lo mismo con la desigualdad entre los sexos, y este año, amigo, los paraísos fiscales; es un buen tema, le gustará a todo el mundo, nadie se atreverá a criticar nuestra denuncia" (salvo un exiliado fiscal, claro...). Entonces mostremos todos esos 
horrores espantosos : hileras de buzones o de cajas fuertes (¡ eso sí que es una imagen poderosa !), clases de finanzas a jóvenes de 14-16 años en las Islas Vírgenes (Dios mío, ¡ Qué horror !), Bono, menos virtuoso de lo que dice, minimiza sus impuestos al atreverse a instalar la sede de una de sus sociedades en los Países Bajos, y encima, en el mismo edificio que algunas compañías mineras ( ¡qué imprudencia !); y una prostituta filipina en Singapur (abajo a la izquierda, un símbolo más de la depravación de ese pais infernal). Se añaden algunas fotografías de super ricos, se instala todo eso y obtenemos un gran bullicio. Lo ridículo no mata... y además las fotos son malas, banales y mal hechas (¿ con camphone ?)... ¡ Qué viva la santurronería !

Todas las fotos de Martin Gusinde (c) Anthropos Institute.
Fotos 2, 4, 9 & 11 tomadas por el autor en la exposición.

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