lundi 31 juillet 2017

De la fotografía nacional, Iran y Colombia (Arles 2)

25 de julio de 2017, por Lunettes Rouges

  
(artículo original en francés, aquí)




Sina Shiri, Mollah en Kelishoum, provincia del Gilan, julio 2015, foto del autor



Es siempre interesante descubrir en los Encuentros de Arles panoramas de talentos fotográficos de otros países : este año Irán y Colombia. La dificultad del ejercicio es que pueden mezclar fotógrafos, que aunque vengan de otros países y den testimonio de su realidad, no son interesantes sino por eso, por el aspecto meramente documental, con otros, cuyo talento, creatividad y originalidad son tales que, sea cual fuere su nacionalidad nos encanta descubrir. Como sabemos poco de Irán y que, bajo el peso de las propagandas estadounidense e israelí, muchos tenderían a limitarse a estereotipos medievales, no es muy molesto para los fotógrafos iraníes pues todos (son 66), incluso los más ordinarios, nos hacen descubrir la normalidad rebelde de un país noble : incluso la fotos más sencillas de vacaciones, de amores, de alegría o de pena nos conmueven, pues precisamente, dan testimonio de la humanidad de un pueblo que algunos quieren estigmatizar vanamente. Es cierto que tratan mucho de identidad, de afirmación del individuo en una sociedad que parece rellena de normas, de modernidad y de tradición. Es por esta razón que me llamó la atención en particular la obra de Sina Shiri, quien en lugar de denigrar la religión y su peso sobre la sociedad civil, eligió fotografiar a ese mullah de Qom en misión por los pueblos del norte : un hombre con sus convicciones, con su diferencia.




Mohsen Rastani, El duelo de Achura, Bijar, Kurdistan iraní, 2008, foto del autor



Igualmente, Mohsen Rastani muestra el fervor popular durante la fiesta de Achura, sus manifestaciones místicas a las cuales nosotros somos más bien impermeables (bueno...), pero que no podemos ignorar para entender la complejidad de Irán. Al su lado, dos nombres más conocidos en Europa (la curadora de la exposición es la directora de la galería Silk Road, pero yo no sabría decir si ello ha influenciado la elección de los artistas) : Abbas Kiarostami, claro, que presenta una hermosa serie en la nieve; Shadi Ghadirian (Silk Road) y sus fotos seudo-Qadjar; Tahmineh Monzavi (Silk Road) y sus mujeres al margen; Gohar Dashti y sus desplazamientos de una pareja en escenas de batalla. La idea de la transposición, del desplazamiento incongruente parece ser además un medio para muchos artistas iraníes de acercarse lo mejor posible a la memoria de la guerra terrible con Irak : Dashti transpone escenas de la vida cotidiana de su joven pareja en medio del campo de batalla; Garidian mezcla objetos cotidianos y vestigios guerreros; Saba Alizadeh (Silk Road) proyecta imágenes de muertos en combate sobre los muebles de su sala.




Fatemeh Baigmoradi, Es difícil matar a alguien, 2016 2017, foto del autor




La memoria es un tema omnipresente, pero muchos la desplazan, la rodean, muestran sus frenos y barreras : como las fotografías raspadas de Ghazaleh Hedayat, las caras borradas de Hawar Amini (Silk Road), y las fotos quemadas de Fatemeh Baigmoradi, cuyo padre, activista político, hizo desaparecer de sus álbumes fotográficos los rostros de sus camaradas para que la policía no pudiera identificarlos si llegaban a detenerlo después de la revolución islámica. Añadamos a este conjunto apasionante de imágenes más bien clásicas de reportaje, entre ellas, qué horror, espectadores fotografiando un colgamiento (Ebrahim Noroozi), con qué ofuscar fácilmente una periodista olvidadiza de nuestras tejedoras




Andrés Donadio, Imagenes de un simbolo patrio, 2106



Pasemos a Colombia y a América Latina, con varias exposiciones : fotografía nativa, puesto que está de moda, bajo el curioso título de la vaca y la orquídea, un conjunto disparatado de imágenes curiosas y sin explicaciones; un reportaje sobre los indios Kogis, por encima de Cartagena, con el deseo de compartir con nosotros su visión místico ecológica del mundo; miradas cruzadas entre alumnos de la ENSP franceses y colombianos, cuyo trabajo más elaborado es el de Andrés Donadio, sobre un extraño ritual en el bosque del Tequendama.




Maria Fernanda Cardoso, It's not size that matters, it's shape, Museum of Copulatory Organs, 2010, foto del autor



La principal exposición sobre Colombia presenta 28 fotógrafos y encontramos con gusto a Oscar Muñoz y sus rostros en peligro de sumersión o de desaparición, vemos muchísimas evocaciones de la guerrilla, de las cuales retratos muy simpáticos de los combatientes de las FARC, se habla muchísimo de naturaleza y de ecología, pero, para ser franco, a parte de Muñoz y las vistas desde su ventana de Miguel Angel Rojas, me aburrí un poco. Me hicieron reír bastante las ampliaciones de sexos de insectos de María Fernanda Cardoso, foto científica en su paroxismo.




Miguel Rio Branco, Luziana, 1974 (1)



En fin, bajo los auspicios "Latina", también vemos una gran exposición (producida por el Jeu de Paume) de la chilena Paz Errázuriz que fotografía a los marginales, boxeadores, luchadores, travestis, ciegos, circenses y habitantes de la calle, y establece una relación de cercanía y de confianza; la exposición de la colección Poniatowski, Pulsiones Urbanas que se subtitula "Fotografía latino americana 1960-2016", pero (¿elección de los curadores o de los coleccionistas?) solo hay 3 brasileños de los 110 fotógrafos, y sus fotografías representan prácticamente sólo prostitutas y estriptisosas : premio del estereotipo despectivo. La exposición está dividida por temas algo reductores (la noche, identidades, colores populares, los condenados, y otros clichés), hay fotografías excelentes, pero, para protestar solamente les mostraré aquí el retrato de la bella Luziana, prostituta brasileña, por Miguel Rio Branco (los dos otros fotógrafos brasileños son Ayrton de Magalhães y Rosa Gauditano). ¡Listo!


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